Kriller71 ediciones acaba de publicar Una muñeca para tirar, de Mary Jo Bang, libro escrito a partir de una investigación sobre Lucia Moholy, fotógrafa de la Bauhaus. Aprovechamos su paso por Barcelona, y gracias a los buenos oficios de su editor, Aníbal Cristobo, le hicimos algunas preguntas sobre el proceso de escritura del libro.
entrevista de Marcelo Díaz
NAU – ¿Cómo fue que decidiste escribir un libro alrededor de la figura de Lucia Moholy?
MJB – Todo empezó porque un museo me pidió que hablara sobre alguno de los objetos que estaban expuestos y encontré esa pequeña fotografía que mostraba claramente una estructura de la Bauhaus y me fijé a ver de quién era la foto y me encontré con ese nombre: Lucia Moholy. Nunca había oído hablar de ella, aunque sí conocía a alguien famoso, llamado László Moholy-Nagy, que había sido un fotógrafo y artista y que había sido uno de los profesores más destacados de la Bauhaus. Así que me dio curiosidad saber quién era esa mujer: resultó que había sido la primera mujer de László Moholy-Nagy, y que había entrado con él a la Bauhaus cuando él se convirtió en profesor de la Bauhaus. Ella sabía fotografía, ya. Conocía las técnicas fotográficas de revelado y copias en el cuarto oscuro, y Walter Gropius le pidió que fuera la fotógrafa no-oficial de la Bauhaus, y sacara fotos de los objetos que la Bauhaus iba produciendo. Y más tarde, cuando la Bauhaus se mudó a Dessau, y construyeron edificios, también los fotografió. Así que me empecé a preguntar dónde estarían las fotos que ella había sacado, y cómo serían. Y me fijé online, y encontré una lista, un índex, del Getty Research Center, en Los Ángeles. Y la lista me pareció fascinante en sí misma, desde el punto de vista del lenguaje. Había un ítem de la lista que era: “Una fotografía de un techo” y pensé que era una frase maravillosa: me puse a imaginar cómo podría ser ese techo, pero por supuesto que no podía verlo, porque yo estaba sólo accediendo a la lista. Y más tarde, cuando pensé en escribir un poema, me dije que quizás podía usar aquella frase como título. Y de hecho escribí un poema llamado “Una fotografía de un techo”.
En fin, me copié varios ítems de la lista, y cuando quería escribir un poema me fijaba en la lista de títulos que había copiado para ver si alguno de esos me podría servir. Y más tarde me dije que quizás la Bauhaus en sí me podría brindar más materiales, ideas – asique fui al Getty Institute y vi la fotografía, que de hecho es bastante banal… es una especie de macizo de cemento con una terraza plana. No creo que ver la foto me hubiera inspirado para escribir un poema, pero el título sí me inspiró. Y fue sólo con el paso del tiempo que fui sintiéndome fascinada por su vida, y por ese grupo de gente que era tan idealista, que tenían esas ideas utópicas sobre cómo podían cambiar el mundo en parte a través del diseño – mediante el cual podían crear objetos de bajo costo para los trabajadores, y que de ese modo las personas no se sintieran en desventaja en relación a los objetos que usaban y las casas en las que vivían, que podrían tener ahora cierta belleza elegante de un modo accesible económicamente.
Como ves, había muchas ideas sociales detrás de todo esto. Y a medida que iba investigando, había cosas que estaban sucediendo en mi propio mundo. Un cambio en la manera de pensar acerca de la inmigración. Una reacción contra eso. Y xenofobia. El miedo al otro, al que no es como vos. Y también mucho desempleo. Y comencé a ver que el trasfondo económico de esos cambios sociales era que se provocan esos celos, esa angustia sobre lo que otros pueden tener – en detrimento de lo que vos podrías haber tenido. Y eso era exactamente lo que pasaba en la época de Weimar en Alemania, y cuando Hitler fue elegido Canciller en 1933, se terminó la Bauhaus, porque los nazis se sentían muy amenazados por todas esas nuevas ideas. Querían la tradición, la artesanía decorativa, la forma en que se hacían las cosas en el pasado. Asique cerraron la Bauhaus, sus miembros se dispersaron, algunos se fueron a Estados Unidos, otros a Sudamérica, algunos a Israel… De modo que el comienzo de todo fue una idea brillante, y hay una sensación de tragedia en cómo terminó, y me preocupaba mucho pensar dónde nos llevarían esos cambios en la sociedad en Estados Unidos. ¿Producirían un tipo de figura autoritaria? Y de hecho el último poema escrito para este libro se llama “En noviembre nos acercamos lentamente”, y fue escrito después de que Donald Trump resultara electo presidente.
NAU – ¿Cómo fue la relación entre el proceso de investigación y la escritura de los poemas? ¿paralelo? ¿consecutivo?
MJB – Las dos cosas. Estuve tres meses en el archivo Bauhaus, y antes de eso fui al Getty Research Institute y pasé dos semanas allí – aunque originalmente no sabía qué encontraría, qué tipo de inspiración me generarían esos materiales, y creo que a medida que fui aprendiendo más, comencé a ver correspondencias entre, por ejemplo, mi propia vida y la vida de esa fotógrafa, con lo que al volver a casa, después de un día en los archivos de la Bauhaus, se me ocurría alguna idea que mezclaba cosas que había leído, mis propios recuerdos, mi propia vida, cosas que podía haber leído en otro momento, pero que ahora parecían relevantes en relación a ese poema en particular. Hay uno de los poemas, por ejemplo, en el cual no estaba en los archivos, sino que estaba caminado por Wannsee, que es una zona a las afueras de Berlín en la que yo estaba alojada y vi una casa con embarcadero, y recordé otro de mi infancia, que estaba en un parque cerca de donde yo vivía, y que es una palabra que en inglés (“boathouse”) suena parecida a Bauhaus, puede ser el embarcadero de mi adolescencia, donde algo sucedió – de modo que siempre hay esos avances y retrocesos entre mis propios recursos y la nueva lectura que estaba llevando a cabo y las cosas que estaba aprendiendo sobre la Bauhaus y la gente de la Bauhaus.
NAU – La decisión de que todos los poemas se enuncien desde una primera persona le da al conjunto un aspecto de drama biográfico, pero es un drama extraño hecho de pequeños bloques de texto y la biografía no abunda en datos ni localizaciones ni se presenta en sucesión cronológica. Es una biografía más bien inestable.
MJB – Bueno, imagino que para algunos lectores la persona que aparece en los poemas es Lucia Moholy, pero no es así. Es una muñeca compuesta en parte por mí, en parte por el lector -con lo que sea que el lector aporte-, otras mujeres que estaban en la Bauhaus en la misma época, y Lucia Moholy. Es una compilación, en realidad. La razón por la que no quise ser biográfica es porque, de algún modo, no importan los detalles biográficos: dónde nació alguien, o a qué escuela fue – sino más bien en que se convierten. Todos nos convertimos en algo. Y todos comenzamos en diversos sitios. A mí me interesaba esa transformación: convertirse en una mujer, en una fotógrafa, en parte de una comunidad y en este caso, una de las comunidades de hecho es la Bauhaus – que también se convirtió en algo, en un movimiento artístico, en un ideal utópico. Es decir que quería dejarlo abierto, y no decir “esto trata sobre Lucia Moholy”, en realidad trata sobre mí – y tanto como trata sobre mí, trata sobre el lector, y quiero que el lector se vuelque en el poema.
NAU – En RETRATO EN FORMA DE RECUERDOS se lee “¿Cuánto puede durar un momento? Esa pregunta se transforma en una teoría, un teorema, un mecanismo.” ¿Hay una clave de lectura en esa frase? El conjunto de textos parece una suerte de álbum de momentos que derivan en teorías, en teoremas, en mecanismos.
MJB – Bueno, creo que en teoría fotográfica hay esa rareza de que puedas congelar un instante – con lo cual tenés ese momento congelado del pasado, pero también el momento en el que mirás eso. Y eso es un juego con el tiempo bastante raro que atraviesa las décadas, años, momentos, hasta el instante en que esa fotografía fue hecha. Y eso me interesa. Y sí, es como un álbum: el hombre que toma un autobús de noche no tiene nada que ver con la Bauhaus, es una fotografía que vi, la fotografía de los tres chicos con una chica es una fotografía mía y de tres chicos —habíamos ido al campo a recoger frutas de los árboles y esos pedazos de papel del sobre con monograma, esos sí son de Lucia Moholy: su biógrafo y ella se hicieron muy amigos, y finalmente, cuando ella murió él fue uno de los que entró en su casa para rescatar los documentos que fueran valiosos y para organizar las cosas en los archivos. Y ella tenía esos papeles con monograma, y me dio algunos, como regalo, porque sabía que habría muy poca gente en el mundo a la que le podían importar tanto esos pedazos de papel que había dejado una muerta. Así que todos esos momentos del pasado están reunidos aquí – está claro que no podés traer aquello que ya ha muerto, pero podés traer el sentido que tenían. Y el hecho de que signifiquen algo para nosotros es un testimonio de una humanidad compartida que vemos reflejada en otros, y vemos reflejado algo de nosotros mismos. Y cuando eso sucede, nos sentimos menos solos en el mundo.