“Sin embargo, de repente un virus desconocido nos confinó en el estrecho cubículo de la alegoría cavernícola platónica y, encadenados con grilletes al teclado de la PC, comenzamos a tener visiones distorsionadas, rostros que se deforman y encriptan con letras jeroglíficas suspendidas en el espacio negro del meet. Extraños ruidos se confunden con las voces metálicas que emergen de los parlantes. Poco a poco nos vamos acostumbrando a que esas locuciones robóticas entrecortadas por un tartamudeo cibernético se correspondan con la voz de un amigo, de una compañera o compañero de trabajo de la escuela, de un/a alumno/a. Es todo lo que queda de ellos”.
ECOS DE ECOS
texto y video de Mario Ortiz
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