“Más práctica que teoría, más uso que significado”. O cómo el Seminario Euraca es una toma poética de partido por un uso alegre, liberado, emancipador, exuberante, emocionante de la lengua.
entrevista de Javier Martínez Ramacciotti, Franca Maccioni y Marcelo Díaz / fotografías de Julián Rojas Muñoz
NAU – ¿Qué tal si empezamos por desglosar cada uno de los términos de “esto se llama Euraca”? Se podría pensar que el seminario propone una exploración sobre la poesía, o más restringidamente, una exploración sobre la relación poesía y política, sin embargo no va de suyo que eso sea traducible como “investigación en lenguas y lenguajes en los últimos días del euro”.
EURACAS – Hay que leer el texto de Esto se llama Euraca como una invitación y una provocación, en pleno estallido de la crisis económica y política de los dosmiles, a reenfocar la mirada para lograr una re-sociosituación en un lugar y un tiempo que sentíamos que no podíamos ni mirar ni escuchar ni contar por carecer de los lenguajes, las poesías, la cultura capaz de pensar, criticar e imaginar ese lugar y tiempo. Algo nos faltaba y a eso que faltaba merecía la pena tomar como inicio de la investigación, orgullosamente. ¿Y si en vez de tomar la historia cultural / literaria heredada, en la que siempre las casillas de por ejemplo las Generaciones de Poetas Importantes están ocupadas por Poetas Importantes, como si nunca hubiera habido cortes o conflictos, partieramos de la urgente necesidad de encontrar un poema, si quieres, por venir, para contar, para transferir la experiencia que nos pasaba como sujetos que no podían del todo reconocerse en esa historia cultural / literaria?
La otra gran invitación y provocación tenía la intención de desprivilegiar a las europeas que comenzamos el Seminario, calcando el sufijo despectivo usado en España desde algunas décadas antes para quienes venían migrados de Latinoamérica (“sudaca”). Consistía en lanzarnos el improperio a nosotras mismas, por un lado, ubicándonos a los sures, por ejemplo del continente europeo, y por otro lado, para dar cuenta de la provincialidad ésta española que redecora su genealogía migrante, pobre, analfabeta, nacionalcatólica, profundamente desigual, y el terrible centralismo de la poesía española que se referencia con la europea, y no con las de la/s lengua/s cercanas, como si Europa fuese un grado de distinción de altura poética.
“Últimos días del euro” porque si lo miramos honestamente, Europa se está cayendo (ya se cayó) como centro político-cultural del mundo. Porque el euro, promesa de una Europa unida, la Unión Europea, se ha revelado como un fiasco orientado a la organización de una jerarquía económica de centro-periferia dentro de la misma Europa, la diferencia entre los PIGS y Centroeuropa. Porque el Seminario fue inventado en el año de 2011 y arrancó en pleno 2012, esto es, cuando los canales corporativos y massmediáticos estaban emitiendo en directo noticias de la debacle económica entre las cuales se encontraba como posibilidad el fin de la moneda europea. No es que nosotrxs compráramos esas noticias del shock, ni que tampoco contáramos con las herramientas de teoría económica como para contrarrestarlas mínimamente; es que aprovechábamos ese lenguaje de propaganda y miedo neoliberal para hacer una inversión energética, si quieres, positiva: algo así como una constatación, sin velos, de la crisis total, de la ruptura de un modelo, de la apertura de una posibilidad fuerte de cambio. Se puede decir que una buena parte del core de euraca de 2012 se conoció en la plaza, donde percibimos la urgencia y el placer de los juegos del lenguaje o lenguajeo con el único deseo de querer vivir en un mundo en el cual también decir y nombrar, hacer habla, tomar la palabra como gesto colectivo, singular, nunca expropiable.
NAU – ¿Hay ahí un compromiso metodológico- investigar-, una delimitación de objeto- lengua y lenguajes- y un trazado de coyuntura- últimos días del euro-?
EURACAS – El ciclo de 2011 supuso para las del core Euraca el re-compromiso con unas formas de vida, prácticas culturales y usos políticos básicos, tales como la horizontalidad, la escucha, la igualdad radical, que entonces parecían abrirse paso completo, por más que hoy se encuentren más en cuestión, dañadas por un ciclo de fuerte reacción. Euraca es más práctica que teoría, por cierto, más uso que significado, así que no cabe leer Esto se llama euraca como un programa de puntos ni como metodología académica, sino como un mapa de fuerzas. Los puntos se van redibujando; las fuerzas del cambio y la reacción van variando; nosotrxs seguimos comprometidxs con la sociosituación de las preguntas de lectura y escritura y con el cuestionamiento profundo de los modelos normalizadores de las lenguas y lenguajes con que pudiéramos resistir tanto expolio de lo que es común.
En el fondo, llamar a este periodo de crisis del sistema y precariedad de los cuerpos “últimos días del euro” fue, de algún modo, marcar que ya habíamos ganado, que un hechizo se había roto. En el momento de las políticas de austeridad de la UE, es como decirles: si es que no queremos tu euro, su forma de cultura. La propuesta de 2012 es precisamente juntarnos para dar la espalda a las normas institucionales y de mercados literarios CT-burgueses. Empezar por esa alegría que es el horizonte que marca a la comunidad en la revuelta.
El plural en “lenguas y lenguajes” va por esa idea de que si ya se cayó el centro, queda claro que lo que habíamos visto como una tradición poética, un canon construido en una lengua, el Español, se revela como un ejemplo o caso más entre otros muchos que hay, además. Había y hay una hipótesis fuerte de la poesía como un caso de la lengua, y de la lengua (nacional, mayor, hegemónica) como la dominante, que oculta y reprime las lenguas (menores, periféricas, bastardas) o, mejor dicho, los lectos más o menos opacos que, a más lejos del centro normalizado, más se indisciplinan, por lo que la poesía que más nos ha acabado gustando ha sido la que funciona como si fuera un dialecto o idiolecto, como resistencia a un estándar, sea el que sea, a cualquier lado del espectro social. La idea era y es estudiar la poesía a partir de las lenguas, es decir, las situaciones específicas, y los lenguajes no sólo naturales… ampliar a la lingüística, a la tecnología digital, a las imágenes que atraviesan lo pueblo o lo poblado por una fuerza bastante inasible pero conformable por la lengua. Lo hemos hecho poco al final, porque al final tendemos a leer poesía sobre todo, pero el marco está ahí y funciona. Funciona porque nuestras conversaciones a veces se abisman en palabras, en frases, en cuestiones lingüísticas como el lenguaje inclusivo por ejemplo, o lenguaje máquina del que hicimos un taller, etc.
NAU – ¿Se podría llamar a esta postura- método/objeto/coyuntura- una postura materialista, las “condiciones materialistas para hablar de poesía”?
EURACAS – Parece que sí se podría decir que Euraca opera desde una posición “materialista”. El enfoque materialista trabaja al menos en las dos direcciones que ya fueron saliendo hasta ahora. La primera atendería a las condiciones de la “realidad” y sus efectos en (o sus exigencias hacia) la lengua. La segunda atendería al material lingüístico como elemento de intervención en la realidad y, por tanto, se preguntaría cómo son esas lenguas que “faltan” en los espacios centrales de la vida pública, es decir, las lenguas que “sobran” para el discurso estándar, pero que se dan todo el rato en espacios minoritarios, no reglados, desordenados, etc. Las dos direcciones, claro, siempre están mezcladas: la pregunta por la lengua de la poesía no tiene sentido si no se entiende como una pregunta por la lengua/lenguaje poético capaz de intervenir y, en algún sentido, comprender el mundo en el que se da. Pero una de las tareas más importantes de Euraca está en que se preocupa por cómo es esa lengua, que ve en el material de la misma lengua un contexto, una historia, un mundo y un terreno político. Es decir, que no sólo nos preocupamos por las “condiciones materiales” para que la poesía exista, o para “hablar de poesía” (lo que presupone que lo material es anterior y externo a ella), sino que se pregunta por el material de la poesía misma: no para que “sea”, sino para que, por ejemplo, pueda cambiar.
Esto tiene muchísimo que ver con el marco crítico y político que orientó a lxs poetas Language, que leímos en el Seminario: el lenguaje entendido, asumido y trabajado como no transparente, no evidente, no dado por hecho; el lenguaje como cargado de historia y de ideología, nunca neutro, que tiene que computar como una fuerza más en la acción de decir algo. ¡Un lenguaje en lucha o en disputa, vaya, como lo está el mundo que vivimos! Nunca, entonces, es el lenguaje una herramienta limpia capaz de referir el mundo sin más, sino uno más de entre esas materias de mundo que quiere referir/aclarar/significar, y por tanto, tan caótico y sucio y excesivo y opaco como aquél. El materialismo de Euraca pasa por entender que las condiciones materiales de la poesía, y de la lengua, también son lingüísticas; y que, por tanto, no sólo se trata de decir “mejor” el mundo o de ajustarse más a la realidad y sus condiciones (por ejemplo la crisis desde 2008, el ciclo político 2011-2015, las precariedades acríticas y críticas, la nueva política y su envejecimiento, etc.), sino de buscar y hacer una lengua con esa realidad precaria, revuelta, nueva o envejecida. No para ella, sino a partir de ella y con ella, digamos.
NAU – ¿cómo se dió el armado de ese corpus heterogéneo de lecturas en el seminario (poesía latinoamericana reciente y poesía norteamericana, Language poets especialmente) que rompe con cierta tendencia en la poesía española (digamos por lo menos del 80 para acá) a volcarse sobre su propia tradición?
EURACAS – La tradición no puede darse por supuesta. Una tradición es lo que le sirve a una poeta/lectora/hablante/traductora para seguir pensando, escribiendo, viviendo. Por eso, hay que rehacérsela a la medida de una. En nuestro caso, de nada nos servía lo que desde los 80 venía haciéndose pasar por LA poesía española actual, burguesa, tediosa, sentimental, desentendida de lo que pasaba en la calle para quien tuviera ojos para ver, y desentendida, además, de cien años de invención en lo que se refiere a las posibilidades infinitas de la escritura, emparentadas con las de las artes plásticas y la música. Desentendida también, escandalosamente, del tratamiento de shock que habían recibido las artes verbales en el siglo XX: primero las intuiciones vanguardistas de los años 10 y desde los 60, confirmando esas intuiciones, susto tras susto, en cuanto a cuestiones como la referencia lingüística, la constitución del sujeto, el estatus histórico, provisional, precario, de los vocabularios, de las sintaxis… Lo que representaba el horizonte de la llamada tradición reciente de la poesía española era increíblemente limitado en su ambición histórica e intelectual; y considerado como tradición, era, por decirlo pronto, harto ignorante respecto a la realidad y abismalmente idiota en relación con la cronología, con la historia artística del siglo XX.
En este contexto, la poesía Language estadounidense de los 80 y 90 se nos presentaba como una especie de repertorio general de procedimientos que resumían, ahora sí, una tradición, de hallazgos y de experimentos, a veces fallidos, pero no por esto menos interesantes. Language representaba algo así como a lxs padres, o quizás a los abuelxs, que, como poetas, nos hubiera gustado tener. Por muchas razones, y no es la menos importante el hecho de que fueran legión: ¡un movimiento de vanguardia que integraba a más de cien poetas! Y la poesía de ciertxs autorxs latinoamericanxs, especialmente algunxs argentinxs de los 90 y después, pero también uruguayxs, chilenxs, peruanxs, se nos aparecía como una actualización, en lengua espaniola, aunque descastellanizada, y por lo tanto especialmente interesante desde nuestra óptica respecto a las lenguas como materiales múltiples y en movimiento. También aquí se veía, en los comienzos de Euraca, o tal vez se inventaba o fantaseaba, una afinidad entre momentos históricos y sociales a los que la escritura intentaba responder, no una analogía, sino un tipo de hermandad en la diferencia, una germanía… De ahí, más o menos, la naturaleza de ese corpus de lecturas más que heterogéneo, como decís, heteróclito, diríamos nosotras.
NAU – Respecto a la poesía argentina de los 90 y sus secuelas ¿Qué encuentran ahí? ¿Un modelo, una resonancia? ¿Importan los poemas, la invención de nuevas reglas de composición y experimentación, o importan en tanto un muestrario de resoluciones posibles con la lengua respecto a un campo de batalla glotopolítico similar?
EURACAS – Leída desde Europa, la poesía argentina de los 90 (y algunos dosmiles) hace un movimiento de desmitificación de la altoliteratura y, después, elabora una mitología del presente que está en sintonía con las preocupaciones de Euraca. El lenguaje de Cucurto, de Raimondi, de Gambarotta, etc., cada uno a su manera, va a la contra de toda una tradición letrada y en cierto modo aristocratizante de la poesía; vaya: directamente la desmonta, y hace poesía con otros materiales –Daniel Durand dijo en una entrevista que él apelaba a la “cosa baja” y le aplicaba el “método alto”, las “herramientas de lo alto, de la belleza y de la literatura”–. Es evidente que estas escrituras a su vez entroncan con tradiciones literarias (nada se sale afuera) pero enfocan zonas de lengua, ciudad y política que nos interesaban. No es que en Europa sólo se haga poesía de salón, pero sí es que no encontramos, o no de manera tan clara como allá, poéticas preocupadas por lo colectivo que no se parezcan a una oda, preocupadas por lo marginal en tanto fuente de tensión social, no fetichista ni miserabilista, que no adhieran a una forma de coloquialismo en el fondo estandarizadora y paternalista –aquí Raimondi: “No por insertar el cardo en el surco del verso / el verso se hará local”–, preocupadas por lo político pero que no parezcan un panfleto, ni hagan loas a partidos. La poesía argentina de los 90 está mucho más descentrada, el “yo” poético es plural, y eso es algo que en la poesía de Espanha es más difícil de encontrar (las “voces”, la “polifonía”, el descentramiento es algo que parecía corresponderle más bien a la novela, tal vez, con mucha suerte). Esto, en el contexto en que surge Euraca, que es en los momentos previos, simultáneos y posteriores al 15M y en la reflexión crítica sobre la acción colectiva, resulta especialmente potente, relevante, necesario.
Otra cosa que hace la poesía argentina que leímos, muy especialmente una poeta como Violeta Kesselman, es tratar la vida política de una forma mucho más integrada en la vida en general de las personas. De algún modo su literatura pone la vida política y la poesía a disposición de lxs hablantes y de lxs ciudadanxs: para que la usen, para que la hagan y no para que la canten. Y el resultado de eso, un poco paradójicamente, si se quiere, es una poesía política y una poesía popular: un suelo poético para el presente que no sea solamente heredero de una tradición letrada, sino que tenga algo que decirle a dicha tradición desde otro lado. Pero con Forma, en Forma, con Lengua, en Lengua. Eso es lo que cuando empezó nuestro Seminario Euraca vimos que faltaba en Espania (o en Europa), no puntualmente (porque la poesía de Luz Pichel o Lupe Gómez o Luis Melgarejo ya hacía unos usos desmitificadores, populares, para nosotrxs, singularmente políticos) sino como horizonte un tanto más ampliado.
De algún modo esa tradición antiliteraria argentina, que no es sólo argentina, y por supuesto no viene de los 90 sino de muchas vetas de poesía latinoamericana del siglo XX, retoma dos vías de la tradición del siglo XX, sin replicar sus estilemas ya sedimentados: una es incorporar una dinámica de cambio, por la cual escribir poesía consiste en no escribirla como tus padres, en escribirla a contra padres; y otra es proyectiva, que es tener un plan en ese conflicto, y en ese accionar, tener alguna idea de realidad, irrealidad, lenguaje, construcción, subjetividad, referencia lingüística, estilo, etc. Aquí el estilo por defecto no se piensa, se hereda y replica desde hace cincuenta años. El castellano no se movió en la poesía oficial espaniola en 50 años.
NAU – Nos interesa la relación entre un diagnóstico de época (pre)apocalíptico y un conjunto de palabras que aparecen como “técnicas” de escritura, tales como “hackeo verbal”, “saqueo textual”, “Hurto”, “Reapropiación”, “reversiones”, “transdicciones”. Puestas sobre la línea mortecina de la época, ¿puede ser que estas “técnicas” pierdan su mera operatividad formal y se transformen en tácticas micropolíticas de supervivencia?
EURACAS – No empleamos las técnicas que mencionáis porque se traten de los últimos recursos, creemos que se trata de recursos ya muy antiguos, constitutivos de la poesía desde hace milenios (entre líneas de la “gran poesía española” del siglo de oro están los multiversos y multipistas orales de aquellos siglos, por ejemplo; ¿y es que hay un libro más jaquer que el Libro del Buen Amor?). Pero por el sistema literario tan conservador que aquí se armó, estas técnicas sí suponen un poquito de escandalera hoy, caracterizan una actitud poco connivente con las Grandes Autorías Originales y Únicas y Expresivas y Sinceras. Y señalan una necesidad urgente: que es hablar, decir, contar, dialogar, ya, en el tiempo precario, partiendo de la tradición que no hay, y la que no reconocemos como propia, usando los pedazos que sí hay para producir los pedazos que deseamos que haya. Aunque entendemos el hackeo más allá de la operación superficial de la, digamos interfaz, como un verdadero trucaje de códigos fuente que amplían los rangos de posibilidad para incluso quienes los inventaron. Jaquear es profanar la experticia y la acumulación de posesiones en tiempos de austericidios.
NAU – Ahí donde sólo hay lenguas-cadáveres, donde sólo hay restos de signos, significantes-
hilachas sin valor de cambio ni valor de uso restringido, ¿la única lengua- poéticapolítica- es la de un mashup delirante y experimental?
EURACAS – Partimos de la hipótesis de que el lenguaje es la tecnología más barata y que cualquiera que se disponga con trabajo reexpropiado del capital lingüístico global, puede poéticamente producir un uso alegre, liberado, emancipador, exuberante, emocionante. O un poema que cuente. Entonces, puede que en la gestualidad apropiacionista y distorsionadora haya alguna suerte de supervivencia, pero para nosotrxs no aparecen marcadas por la misma ni pensadas desde ahí. Consideramos el jaqueo y el collage técnicas alegres euracas. La única lengua poética-política que conocemos siempre fue un mashup, sin mashup no hay contemporaneidad.
NAU – ¿Qué operatividad encuentran en el concepto de “literatura menor” de Deleuze? ¿Podría ser una fórmula “literatura menor = delirio de la lengua + devenir plebeyo del pueblo”?
EURACAS – Lo bueno de Deleuze y Guattari cuando hablan de lo “menor” –y a lo mejor esto explica también por qué Euraca no es apocalíptica– es que no lo hace desde la fórmula fetichista simple que solamente se opone a “lo mayor”. De hecho, la literatura menor no se escribe en una lengua minoritaria, sino en la mayoritaria, es decir: en la lengua del Poder (en el caso de Kafka, el alemán y no el checo). Lo interesante, entonces, son las fuerzas que entran en juego: una lengua mayor o establecida (una norma) pero usada a la menor: deformada, enrarecida, llevada al límite, jugada. Esto no da la espalda al poder, sino que le da la cara e incluso le da la mano a veces –hola, hemos venido a deshacerlo. Traduce, por así decir, una conflicitividad social en la lengua, y no propone un territorio totalmente alternativo. Porque a veces lo totalmente alternativo no consigue hacer mella en una parte de la sociedad (de los lectores) suficiente, y entonces puede ser muy bueno (Kafka en checo, seguro, sería muy bueno, o sería muy bueno en yiddish), pero es menos políticamente relevante. Y a la inversa, Luz Pichel en castrapo es muy buena y es políticamente relevante para cualquier hablante de lengua romance, en la medida en que le reta a usar los pedazos de lengua que tiene para leer la lengua que sabría hablar si quisiera; sin ningún paternalismo ni el mínimo miserabilismo o autodesprecio: apostando por la lengua menor como la más lujosa y rica por libre de la norma. Pero lo que a Euraca le interesó de esa propuesta deleuziana, cuando la trabajamos brevemente al comienzo del Seminario, pues no nos ha acompañado demasiado, es precisamente su parte crítica y consciente de la lengua y de la estrechísima vinculación de la lengua al poder, como algo no neutro, y por ello, su enorme capacidad para intervenir en el poder.
Sobre cómo Deleuze y Guattari hablan de la literatura (menor) como un “asunto del pueblo” y cómo nosotrxs hemos ido leyendo y observando la mutación de “pueblo” como palabra y como uso de la misma en el espacio social, habría mucho que decir y debatir. Además que no es lo mismo cuando abordábamos la cuestión de “lo popular” en 2012 y 2013, en el programa UNO y el programa DOS; que desde 2014, cuando empiezan los usos más dirigidos de los mismos, como abordamos en el programa SEIS, El Estado y él se odiaron. Las palabras “plebeyo” y plebeyizar no han salido mucho en nuestro Seminario, pero si entendemos “lo plebeyo” en tanto no sistematizado por el orden fijo de la letra (por ejemplo), algo así como el rehacerse pueblo del pueblo (es decir, el deshacerse de la unidad, si es que se había creído esa unidad en algún caso), entonces, el ser plebeyo del pueblo dotaría a los cuerpos de la agencia que el orden externo les quita todo el rato, es decir, la agencia que por ejemplo “desde 2014” se nos haya quitado a la plebe desde el Partido del pueblo. Pero este movimiento de agenciamiento y desagenciamiento (términos que también tanto resuenan con Deleuze y Guattari) se da todo el tiempo en todas partes, hacia todos lados. Por ejemplo, si nos fijamos en el tema del género gramatical podemos atender a cómo en 2011 era emocionante y desafiante usarlo en según qué contextos, mientras que ahora hay varias normas en juego que, si bien todas implican elecciones políticas, no tienen ese matiz delirante y subversivo, se han quedado acotados y han perdido la opacidad aquella que produce el placer de no saber qué interpretar. El uso delirante con respecto a un orden en un momento dado. Pero lo verdaderamente delirante sería que el enfiestarse de la lengua pudiera pensarse como delirio; pues la escuchamos aguar y descarrilar todo el rato… o esta era y es una de nuestras hipótesis, de 2011 a 2014 y en 2018: que si estamos atentas a la lengua veremos cuán poco de toda esa fiesta es lo que se trabaja desde la literatura / poesía / escritura. Usamos un carril tan estrecho, permanentemente estrechado por instancias de normalización.
NAU – ¿Cómo se da el tránsito de un accionar colectivo, asambleario y multipropósito (por decirlo de algún modo) a la edición de un libro, con su firma individual?
EURACAS – Euraca transita lo colectivo a través de lo asambleario y eso repercute multipropósito. Empezando por lo segundo: la asamblea es la forma natural de armar programas, responder a cuestionarios, organizar las fases en que se monta una revista… La asamblea tiene mucha historia, pero (en este caso) el vínculo más directo son las calles atestadas de cuerpos del 15M. Desde sus inicios la asamblea fue la forma lógica, casi una de las pocas cosas imperativas, en que se pudo (y se puede) organizar este galimatías que es el Seminario. Una asamblea muy 15M: lenta, inclusiva, no siempre eficaz, horizontal. Ahora bien, si la pregunta pretende desenredar cómo funciona la asamblea: pues a la manera de casi todas: nos juntamos (lo que llamamos el core), a veces con un orden del día, a veces no, se proponen temas, surgen tareas, se reparten, se debaten, se registra —se toma acta— para lxs que no están… De este modo, entre caótico y biológico, el coso se construye, avanza, a veces se para un tiempecito, luego vuelve, alguien lo vuelve a activar. Prende porque hay una urgencia pa pensar o una visita de algunx poeta de fuera que nos gusta. Y el resultado es colectivo: porque ningunx solx puede darle al ON, pero cualquiera puede decir NO. (En) Cualquiera puede despertar un propósito, pero solo será euraca cuando cuente con el apoyo del grupo: para desarrollarlo, para perspectivarlo, para activarlo… ¿Hay conflicto entre lo colectivo y lo individual? Bueno, a veces este trabajo grupal ralentiza las cosas, pero volviendo a un lema del 15M: “Vamos lento porque vamos lejos”. ¿Cómo se firma un editorial, un libro, quién da una conferencia, quién escribe un texto? Pues cualquiera, sabiendo que en ese momento está no representando (porque nosotrxs nos tomamos muy en serio el “No nos representan” de 2011) sino haciendo el pensamiento del colectivo: en ese momento se está haciendo el pensamiento colectivo por una de sus partes.
Franca Maccioni nació en Córdoba, Argentina, en 1986. Es Doctora en Letras por la Universidad Nacional de Córdoba. Es editora de Prebanda y forma parte del comité editorial de Nombres. Revista de filosofía. Compiló junto a Javier Martínez Ramacciotti el libro Hacer. Ensayos sobre el recomenzar (Teseo, 2016). Publicó diversos ensayos y artículos sobre poesía y filosofía en diversas revistas y publicaciones colectivas. Actualmente se encuentra realizando una investigación postdoctoral con una beca de Conicet.
Javier Martínez Ramacciotti nació en Córdoba, Argentina, en 1985. Es editor de Prebanda y forma parte del Comité Editorial de Nombres. Revista de filosofía. Ha compilado junto a Franca Maccioni el libro Hacer. Ensayos sobre el recomenzar (Teseo, 2016) y participado de los libros colectivos de ensayos: Violencia y Método. De lecturas y críticas (Letranómada, 2014), La obstinación de la escritura (Postales Japonesas, 2013) y La imaginación política. Interrogantes contemporáneos sobre arte y política (La Cebra, 2017). Ganó el Primer Premio del Concurso Literario El Banquete 2011 y fue seleccionado también como primer premio del II Concurso Nacional de Poesía “Taller Latinoamericano de Poesía Fundación Pablo Neruda 2012” Publicó: Fondo Blanco (Alcion, 2011), Papá Oso (La Sofía Cartonera, 2013), Alto Mediodía (Llanto de mudo, 2014), Tres experimentos para decir lo mismo (Borde Perdido, 2015), La mañana después de mañana (Dinamo poético, 2015) y No me dejés solo (Hemisferio Derecho, 2016).
Julián Rojas Muñoz nació en Oñati, País Vasco, España, en 1970. Es fotógrafo y docente. Ha trabajado para medios de España como El País, El Mundo, ABC o Diario 16.