Un día en la vida de David Wapner
Noche, mañana, día
Comienzo a escribir de noche para hablar de la mañana. De mañana no escribo, en primer lugar, porque duermo hasta tarde. Diez, diez y media estoy en pie, pero desde antes escucho a los cuervos. Cornejas, para ser exactos, pero esta distinción, como en tantos otros conceptos, es sólo válida en castellano. En inglés, la corneja es “crow”, en hebreo, “orev”. Ambas significan “cuervo”, corneja y cuervo son cuervos en estas lenguas. No distinguen en que uno, de mayor evergadura, es negro (el cuervo) y el otro algo más pequeño, negro, pero con un manto gris que abarca pecho y alas. También existen algunas diferencias en el formato de la cabeza, curvatura del pico, pero, a lo mejor, el hebreo y el inglés tienen razón: si yo muestro una foto de una corneja, la mayoría absoluta asentirá: “cuervo”. Y esta impresión se verá reforzada cuando proponga oir cómo se expresan, dirán: este discurso graznado es obra de cuervos. ¿Y que dicen estos córvidos desde bien temprano, cuando me levanto a orinar, o me reclino sobre la mesita de luz para beber de mi vaso de infusión de manzanilla? “Vení, vení”, por ejemplo, grita la corneja que habita con su pareja un eucalipto contiguo a la ventana de nuestra cocina. Otra, que sienta sus dominios en la rama más alta de un pino jerusalén situado a ciento veinte metros en dirección al wadi, le responde “acá, bajá, crá-pu-la”. Y, otra más lejos, “despertá, bajá, brajá”. Cuando tomo el Eutirox y me pongo las crocs para iniciar el día, todavía están en esa, pero ya se le sumaron perros, gatos, palomas, lechuzas, otros córvidos más pequeños pero igual de gritones, como las personas que deambulan por aquí, algunas ya con la mente que apunta al mediodía, otras, flotando en una hora que es siempre la misma.
En el jardin de al lado
Hace unos meses, en el jardín que ahora mismo veo por la ventana de mi escritorio, sucedió una tragedia animal. De madrugada, se oyó un escándalo de perros. Por la mañana, descubrimos que la gata que había parido en el parquecito-selva de al lado había muerto despedazada. Uno de los tres cachorros, desaparecido o devorado. Los dos restantes, comprobamos, treparon a un eucalipto para salvarse. Habiendo alcanzado una rama alta, se toparon con un nido con pichones de cuervo. Las cornejas adultas, en reacción inmediata, iniciaron un ataque en defensa de su prole. Volaban en círculos, y al grito de “ataca, páaajara, atacaragata”, se lanzaban en picada sobre las cabezas de los gatitos, una y otra vez. Las gatas criaturas lloraban de desesperación por querer bajar y no saber cómo. Por querer trepar más alto y no poder. Cuando ya estaban sentenciados, llegaron las vecinas protectoras, al toque llegué yo, y en minutos llegaron los bomberos. Con la escalera telescópica rescataron a uno, y con un chorreo de manguera derribaron al otro, que cayó al suelo y quedó lisiado para siempre. Ya evacuadas las víctimas en una jaula que presté, llegó Ana y se enteró.
Arre, guerra
Aviones de combate al mediodía. ¿Van a bombardear Siria? ¿O se dirigen a Gaza? ¿No es que hay acuerdo con Hamas? Especulamos, pero todavía no sabemos nada. Podríamos apostar, pero hay datos que no cierran. Si hace una semana cesaron las hostilidades contra los gazanos, y si anteayer las baterías sirias derribaron cuatro misiles israelíes, pero sin evitar la destrucción de unos depósitos controlados por Irán… A la noche se aclara: hoy tocó Líbano, unos túneles de Hezbollá, sin resistencia por parte de los chiitas.
Desayuno, chacales, hienas
Preparo el desayuno para todos (té, lavene (leche cultivada, más o menos), pan con queso blanco y dulce de dátiles). A Chacha. gata, le lleno su platito con alimento balanceado, a Pepita, perrita, queso blanco, pero sin pan. Son las diez, o diez y media, once, incluso. Nos acostamos a las tres de la mañana, cuando hasta los chacales se fueron a dormir. Ahora, invierno, no aparecen seguido. En verano, en cambio, cuando la crisis en el desierto aprieta el vientre, aparecen por el barrio y revuelven entre la basura. Si no encuentran, se ceban con los gatos. Hace un par de años, un amigo argentino, a eso de las cero horas, vio desfilar a una jauría de hienas por la avenida Yehudah. Otra vecina puede atestiguar que una noche, en las inmediaciones de un tacho de basura en el barrio Neurim, una hiena salió corriendo cuando la enfrentó una gata que defendía a su cría. Un conocido que es barrendero da por seguro que los gatos hechos pedazos que encuentra con frecuencia, sufrieron sin duda el ataque de una hiena, o dos, “¿quién en la zona tiene tal mandíbula capaz de moler huesos de esa forma?” Un perro grande, le sugiero, “No, porque también vi perros muertos de la misma forma”. Yo creo que sí, oí hienas reír en el wadi.
Almuerzo y ficción
Hoy almorzamos nuestro plato comodín, puchero, que preparamos seguido, más en invierno que en verano, pero vale para todas nuestras estaciones. Ultimamente, como hoy, que lo hice yo, lleva pescado amnón (parecido a la brótola). No fresco, congelado. Otras veces va con pollo y, las menos, osobuco de vaca (a los rusos les gusta de cerdo). Papas, calabaza, batata, cebolla, ajo, morrón, rábano, albahaca, perejil, puerro, arroz para el caldo. Acompañamos con pan (hoy tocó pita) y aceite de oliva. De postre, fruta. Y al toque servimos café con galletitas y leemos en vos alta un libro en hebreo. Un libro aparte de aquel que estemos leyendo cada uno en forma individual. Originales o traducciones, ficción, ensayo, poesía, que rescatamos de la biblioteca municipal o, a veces, compramos. Algún clásico a veces pero, muchas otras, obras desconocidas, desconocidas más allá de este país, u olvidadas por completo. Autoras, autores que se esfumaron y, de pronto, ahí están, revividos por nosotros. También recogemos de la calle. Alguien se muda, o muere, y sus libros terminan en cajas que se abandonan cerca de la basura. Revolvemos, siempre rescatamos algo. Ahora estamos con “Yom Harafaím” (Día de fantasmas), de David Shajar, el Navokov israelí, al menos en esta novela desopilante. En Jerusalén, un investigador tras las huellas de un poeta fallecido hace unos años, le sobrevive su viuda. Van apareciendo fragmentos de sus poemas, la historia de un original escrito en una taberna, anotado en una cajetilla de cigarrillos y arrojada a la basura por error por la mesera, su búsqueda desesperada entre restos de comida y tripas podridas de cordero. Su viaje a Persia (son los años 20, rige el Mandato Británico) como asistente de un famoso oftalmólogo, quien deberá extraer una esquirla metálica microscópica incrustada en el ojo de uno de los hijos del Sha.
Escritura y ensayura
Escribo, después ensayo. O ensayo, luego escribo. No es banal este dilema, el ensayo, ya sea antes o después, requiere armar mis equipos: cables, micrófonos, pedales, mover sillas. Y después, desarmar. El departamento es chico, 35 metros cuadrados, un cuarto y una sala de estar, más un adicional que se le dice “balcón”, pero que en realidad es cubierto y cerrado. En este “balcón” está mi escritorio, en donde en este mismo momento escribo. Ah, utilizo ahora una vieja portatil, grande y pesada, que compré por nada y me fascina. Dan ganas de quedarme aquí todo el día, Facebook no corre bien en esta máquina, sólo el correo electrónico. En la sala de estar está la vieja iMac de Ana, en donde ella trabaja, pero, también, es nuestro estudio de grabación y de edición de vídeo. En un par de horas (son las 18.30) me instalo allí para tocar.
– ¿Y? ¿Grabamos?
– Esperá que terminen de pasar los aviones que bombardean Siria.
A la hora de la cena, la iMac se convierte en tele. Por YouTube vemos cine de la serie negra, películas británicas y norteamericanas de los 40, 50. Series: Alfred Hitchcock Presenta, The Twilight Zone, One Step Beyond, The Boris Karloff Hour, Poirot, todas las versiones y encarnaciones de Sherlock Holmes (menos Sherlock, demasiado moderna), cine y miniseries soviéticas con subtítulos en inglés (hace poco, una excelente versión de Vidas Muertas, de Gogol), entre tantas y tantas. Ahora estamos con Miss Marple, la detective de Aghata Christie, encarnada por la genial Joan Hickson. Ahora mismo, acaban de asesinar a Miss Greenshaw, una afamada botánica y bióloga, una flecha le atravesó el cuello. El principal sospechoso es el jardinero, ex-presidiario, aficionado al tiro con arco.
Durante toda la jornada, sonó, y sonará (hasta que, de madrugada, nos durmamos, por fin) música: la FM 91, Jazz & the Arts, de Toronto, primero, y luego Madre Deus, Johny Cash, Neil Young, Matt Eliot, Chet Baker, Path Methany, Charlie Haden, Moon Dog, Mikel Laboa, Leonard Cohen, Hot Tuna, Bob Dylan, Robert Whyat, Nina Simone, Franco Batiatto, Alice Coltrane, Moody Waters, Willie Dixon, Salif Keita, Ali Farka Touré, Tiraniwen, Diana Krall, son el eje de nuestra lista de reproducción permanente, vía YouTube.
Con Pepita
El paseo con mi perra Pepita (le precedió Chiflón y, antes, Pozo) es parte central de mis experiencia. Fuente sin fin de diálogo y reflexión, aparecen allí gérmenes de poemas, canciones, neologismos. Lo hacemos dos veces al día, por la mañana-mediodía, solos, y por la noche, con Ana. El poema que abre mi próximo libro, “Carga, adelante, vamos” (¡ya sale, publica Neutrinos!), es una relación de este periplo. Así comienza:
Carga
Bueno,
aquí estamos, pisando un palo,
siguiendo senda,
saltando un charco,
una mata, una cola de perro,
muy bien, sigamos torcido,
un poco, para enderezar dos metros adelante,
cada cual en su taza,
hervido de calor,
por el fuego que muerde,
así, así,
diez baldosas en sucesión,
una culebra dormida,
un pantalón, dos camisas,
un saco entero,
que saltamos en largo,
y seguimos,
parado el pecho
sobre un penacho,
démosle por izquierda,
y adelante,
con cambio de ritmo,
sin frenar de golpe,
no romperse un ojo,
con esa estaca
que eludimos hace un paso,
y muy,
muy bien,
muy, muy,
qué bien,
cómo conduce usted
cuando camina,
pero siga dándole pata,
aquí vamos,
en vano al tiro,
en vino el tero,
y ya estamos mareados,
por las zancadas,
si hay duda,
clavemos el pie,
y en equilibrio confiar,
y ya son quinientos,
tantos metros y tan pocos,
falta un olfato que mensure,
y si ese no es usted,
quién,
palma le doy y vamos,
meta empuje al camino,
dese de cabeza,
aquí un fleco,
más acá dos hojas,
un circuito impreso,
ojalata,
a nada de eso atienda,
como un bólido es ciego,
ande que nada se acaba
aunque a nadie le alcance,
a la derecha eucaliptos,
vamos, que va bien,
reiteramos, un árbol en cascada,
un perno-muñón,
una mugre gris,
allí, cabeza de un pescado,
la sartén que lo frió,
y vamos,
hagásehágase un trote,
eluda esa montaña,
más tomates nunca vi,
tres metros de altura,
echados a perder,
mejor no tocar,
delante seguir,
un barreno somos,
por eso nos da vuelta la cabeza,
que debiera estarse quieta,
allí, un banco de plaza,
de espaldas descansar.
Falta todavía
Hoy no vinieron las niñitas y niñotos sudanesas a charlar y comer chocolates. Debe ser que ya hace frío. En unas semanas vamos a brindarles un taller de escultura en arcilla.
Hoy una vecina me dijo que por qué no pongo una mezuzá en la puerta de mi casa (un adminículo que en su interior encierra un papel enrollado con salmos escritos a mano).
Ayer se fue Adrián, mi amigo saxofonista.
Mientras escribo esto, Ana toca la guitarra.
Falta bastante para irnos a dormir.
Algunos poemas de Guante por dentro, inéditos.
David Wapner nació en 1958 en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Poeta, autor de ficciones, músico, cantautor, editor. Desde 1998 vive en Israel, a donde emigró junto con su compañera, la artista visual Ana Camusso, con quien encara en co-autoría obras multimedia, cortometrajes de animación y libros. Sus libros para niños han merecido en seis ocasiones el premio “Destacados de ALIJA” (IBBY de Argentina), además de recibir el “Los mejores”, otorgado por el Banco del libro de Venexuela (IBBY de Venezuela). Desde el año 2017 es director de la colección de poesía para niños y jòvenes Los libros del Lagarto Obrero (Editorial Maravilla, Villa Ventana, Buenos Aires, Argentina) que fue distingida con los Destaado de Alija-Ibby 2017 en las categorìas “Mejor Colección”, “Mejor libro de poesìa” y menciòn en “Ilustraciòn”.
Ha editado, entre otros, Bulu – Bulu (Libros de Tierra Firme, 1987); El otro Gardel (relatos para niños), (Libros del Quirquincho, Serie Negra, 1989); Tragacomedias (Trompa de Falopo, 1993); El águila (nouvelle) (Libros del Quirquincho, 1994); Violenta Parra (Del Diego, 1999); Algunos son animales, (Norma, 2003); Los piojemas del piojo Peddy (Ediciones del Eclipse, 2004); Una novela de mil páginas (Siesta, 2007); La noche (cuentos – reedición) (Eloísa Cartonera, 2007); Tierra metida (crónicas) (Macedonia, 2009); Mardablogues (Imprenta Argentina de Poesía, 2010); Perrupagia Amoghino Búnfeld (poesìa) (Alción, 2012); Cabía una vez (poemas para niños, dibujos de Juan Lima), (Calibroscopio, 2013); La Guía Necsia (ediciones en castellano y gallego) (Faktoría K de Libros, 2013); Un auto en direcciòn hacia (relato, ilustraciones de Juan Soto), (Ediciones del Eclipse, 2014), Bigotel (novela en coautoría con Ana Camusso, ilustraciones de Juan Lima), (Comunicarte, 2016); Pozo-Canciones para perros (poemas), (Editorial Maravilla, 2017); Operita de Corazones (relato ilustrado, con Ana Camusso), (Ediciones de la Terraza, 2017).
Discos, álbumes: Pequeñas Canciones de la Gaturbe (2009, Ediciones del Eclipse); La Friontera en Directo (2010, 2016, Bandcamp); Wapner LivEuzkadi (2010, Jamendo); The Huescats Concert (2011, Bandcamp); Bararad (con Adrian Tytiun, 2018, El Monje Hipertenso-Bigotel Discos); Monotemas (Youtube).
Bonus track: la Escuela Democrática de Arad, y el Bar Shanti