Un haiku de Yosa Buson en el que el yo no discurre, sino que “se hace” desde un cuerpo emocionado y vaciado de subjetividad.
por Guillermo Goicochea
En el año 905, Ki no Tsurayuki ya sabía esto y lo exponía en su Colección de poesía Antigua y Moderna, de la siguiente manera: “La poesía japonesa tiene por germen el corazón humano y se desarrolla en innumerables hojas de palabras. Muchas cosas conmueven en esta vida a los hombres: luego tratan de expresar sus sentimientos por medio de imágenes sacadas de lo que ven u oyen. ¿Quién es el hombre que no hace poesía al oír el canto del ruiseñor entre las flores o el de la rana que vive en el agua? Poesía es aquello que, sin esfuerzo, mueve cielo y tierra y suscita la piedad de los demonios y dioses invisibles; es aquello que endulza los vínculos entre hombres y mujeres y aquello que puede confortar el corazón de los feroces guerreros.”
Para Ki no Tsurayuki todo decir poético procede del corazón, no de la razón, y así el hombre encuentra en la poesía una función ética, social, amorosa y filosófica. La pregunta de Tsurayuki es fundamental: ¿hay algún hombre que no haga poesía? Unos 800 años más tarde, el poeta Onitsura (1661-1738) la comparte con él:
¿Hay, me pregunto,
un hombre que no tenga la pluma en la mano?
¡La luna esta noche!
La pregunta no es de reflexión, no está dirigida a un “yo” que deba responderla; es una pregunta fingida, solapada, sofisticada que interroga a toda una cultura en relación al arte de la expresión: ¿quién es capaz de no escribir con esta luna esta noche? Una pregunta que suspende al lector y a su cuerpo, que se responde con el haiku de Buson entre el cuerpo karada y el cuerpo que hacemos mi
春 雨 やもの 書ぬ 身 の あわれ なる
harusame ya mono kakanu mi no aware naru
Lluvia de primavera.
Alguien que no escribe,
profundamente emocionado.
He resaltado el “alguien” que no puede escribir (書ぬkakanu) en la traducción del haiku. Ese “alguien” aparece expresado en japonés como 身 [mi] y es una elección muy personal, precisa y específica que realiza Buson para referirse tanto a su sí-mismo como su cuerpo, ya que en japonés la palabra usual, de uso más habitual para referir al cuerpo es karada 体, que literalmente diría algo así como: el origen, la raíz principal y verdadera del hombre. En cambio, la plurisemia de 身 [mi] nos sugiere:
- uno mismo,
- sí mismo,
- el lugar que uno ocupa,
- su propio lugar (“ponerse en lugar de”)
y el sentido más interesante para nosotros: la parte principal de algo:
- la carne a diferencia de los huesos,
- la madera en oposición a la corteza,
- la espada y su filo en oposición a su empuñadura.
Este carácter mi de cuerpo señala hacia una profunda intimidad que se define como yendo hacia-adentro, como posicionándose en un espacio de interioridad y singularidad, a diferencia del karada [体] que sería, como una especie de corporalidad biopolítica, el aspecto, la forma, una envoltura exterior del 身 [mi] (quizás sólo el concepto de nuda vida se acerque desde el pensamiento occidental).
Ambos juntos 身体 dan salud.
Pero la elección de Buson es 身 [mi], un cierto alguien, una persona, su estructura emocional, el lugar que ocupa en el mundo y hasta su condición social.
Apuntando a ese otro “cuerpo” que es mi (身) y no al karada (体), el haiku gana en intensidad y extensión con esa emoción, con ese sentimiento melancólico (aware) que envuelve y hasta paraliza a ese alguien que no puede escribir. Ese alguien (身) que soporta esa emoción es un cuerpo, su total desnudez vaciada de “cuerpo” y de subjetividad; y es ese cuerpo, el que hace yo, el que conmovido por el sentimiento está imposibilitado de escribir (kakanu). (Nietzsche: Ich, Selbst: “hacer yo”)
Ese cuerpo va apareciendo en lo concreto configurándose al ritmo de la mansa, dócil y hasta melancólica lluvia de primavera, alterado y conmovido por ese sentimiento que lo embarga, lo detiene y retiene; y su subjetividad queda suspendida, hasta el momento en que pueda escribir(se) (en) el haiku: mientras escribe-pinta aparece el cuerpo escrito-pintado.
Aquí Buson habla y escribe de-sí, de sí mismo oscilando en el doble límite: el del lenguaje y el de la existencia, en una dinámica autonomía e interdependencia entre cuerpo-persona-subjetividad que ha quedado libre de sujeto, que ha quedado des-sujetada.
No obstante, se trata de un yo que se presenta, en su misma veladura, pero que, encarnado, no hace más que ausentarse como yo para hacerse cuerpo. En ese doble gesto de presencia-ausencia de lo escrito por Buson, es el cuerpo el único que puede dar cuenta de su sentir, de su emoción, sin necesidad de disposiciones u órdenes, sino entregado por completo a sentir el desbordante desasimiento que lo suspende. Luego, intentará decir aquello que bordea el mismo límite del lenguaje, y que nos es casi imposible traducir, y que en un ensayo de traducción en simetría lo interpretamos como alguien, como el último filo con el que el lenguaje trata de nominar a una persona, de indicar una existencia.
La traducción al español se diferencia con el sentido del concepto japonés 身 [mi] que utiliza Buson, ya que al nombrar un alguien lo dejamos en la vaguedad y lo indefinido, que, aunque no deja de aludir una existencia, lo hace sin ninguna determinación ni indicación concreta; mientras el japonés señala claramente ese cuerpo que es el soporte y el contorno de esa tremenda y excepcional emoción.
Un cierto alguien da un minúsculo grado de consistencia, de alcance y peso óntico, además de un registro mínimo de existencia, no cualificada, pero percibida y reconocida por otros. Es la indeterminación del lenguaje en la que se significa vagamente a una persona a la que casi no se nombra, nivelándola sobre el borde mismo de la inexistencia.
Alguien, que se llama Buson, ha escrito este haiku una vez superado ese estado de profunda emoción que lo embargaba y lo mantenía suspendido, embargado impresionado e impedido de (su)yo sin poder escribir lo que estaba experenciando. Buson es el nombre de un cierto alguien, no importa mucho quién, que puede des-sujetarse y, bordeando el lenguaje y su propia existencia, decir algo de-sí, desde lo más íntimo que posee: su cuerpo, un cierto alguien, casi un desconocido.
Un solo kanji para hacer tambalear los 2500 años de formación del concepto de identidad sustancial occidental; sólo un kanji contra toda inflación del lenguaje, pero que no reduce ni resume, sino que condensa absolutamente para desplegar más ampliamente lo que dice; un solo kanji como un paso atrás para tomar impulso.
(El presente texto es sólo una pequeña parte del ensayo “Escribir la ausencia del cuerpo y viceversa. O cuerpo-mi / mi-cuerpo, dos superficies de placer”)
Yosa Buson, o Taniguchi Buson, nació en Kema, en las afueras de Osaka, Japón, en 1716. En 1737 se trasladó a Edo (actual Tokyo) para estudiar pintura y haiku. En 1742 se instaló en los alrededores de Yuki, al norte de Edo, e inició una serie de viajes siguiendo los pasos de Basho en Sendas de Oku. En 1756 se trasladó a Kyoto, donde se dedicó a la enseñanza de la poesía y a la pintura, en el estilo bunjinga, y donde años más tarde fundó su propio grupo poético: “La Vuelta de Basho”, un movimiento de retorno al estilo del maestro Basho, que en en 1776 construyó una sede, el Bashoan (‘La cabaña de Basho’), para celebrar sus asambleas. Falleció en Kyoto en 1783.
Guillermo Goicochea nació en Bahía Blanca, Argentina, en 1969. Es docente de Historia de la Filosofía Oriental e Historia de la Filosofía Contemporánea II en la Universidad Nacional del Sur, donde ha dictado 3 seminarios de grado sobre temas del haiku.
Realizó estudios e investigación y cursó seminarios en la Universidad Imperial de Tokyo. Colabora con ponencias en congresos, simposios y reuniones académicas; ha publicado en varias revistas especializadas, y colabora en diversas actividades de extensión (filosofía, psicoanálisis y literatura).
Publicó Gramática de los medios, De la pérdida del sentido de la realidad al secuestro de la mirada en los mass-media (2008); y editó el libro de Vicente Fatone, Extremismo y “Nihilismo” en la Filosofía Oriental, a cargo de la selección, estudio preliminar y aparato crítico (2010).
Co-dirije junto a Maximiliano Crespi el proyecto cultural y editorial 17grises.
Vive en el barrio Pacífico, Bahía Blanca.