poema, voz y texto de Cristián Gómez Olivares
Cuando Octavio Paz habla de “la otra voz”, como esa fuente de inspiración que las o los poetas reciben desde un lugar misterioso y no reducible, según él, al mero inconsciente, sino que como una forma de salir de sí mismo para encontrarse a sí mismo, no creo que estuviera hablando de revisar con acuciosidad las páginas de Facebook en busca de alguna noticia y/o de alguna mera distracción. A veces, como en estos tiempos de pandemia, son idénticas.
La culpa, entonces, de haber escrito este poema, la tiene Juliana Spahr, esa poeta norteamericana que mezcla armoniosamente poesía y política, poesía y activismo como una forma de estar ene l mundo, específicamente con su poema Des/ta/conexión de todos los que tienen pulmones. Poema escrito en memoria del 11 de septiembre / 2001, traducido por Carlos Soto Román y publicado en la revista Elipsis, una página orgullosamente sureña.
El texto de Spahr se despliega como una especie de mantra, como una repetición que va agregando capaz de sentido a lo dicho. El mero hecho de respirar (aunque haya sido escrito antes de la actual situación mundial, no deja de cobrar actualidad, como si todo texto encontrara su momento in/voluntariamente) se descompone en un paso a paso que pone de relieve los espacios que rodean al sujeto/individuo, aunque él mismo sean también un espacio. Así el espacio de afuera pasa a ser el adentro del torrente sanguíneo. Y en esa dialéctica el poema de Spahr va llegando a la respiración y la asfixia en medio de los escombros del 11 de septiembre neoyorkino. La conexión, la ligazón entre esos adentros y esos afueras, entre el exterior y el interior. Sin querer adentrarme más en el poema de la poeta yanqui, lo que me quedó dando vueltas fue el ritmo del poema. El in crescendo que va formando el tono para la repetición, para el incremento, para decir por acumulación. Repetición y variación, del tema y del sentido.
Estuve en eso varios días. Hasta que, revisando como les decía el timeline en Facebook, me topé con el muro del poeta mexicano Luis E. García, mi admirado Luis E. García. Allí hablaba de un tema más bien común: el cumpleaños de su hermano menor. De cómo, en plan sorna, cuando él llegó a su vida, llegó para destruir todos sus juguetes. Y ahí apareció la primera frase: “La belleza de tener un hermano mayor”. Una mezcla de mi propia historia personal y el post de Luis Eduardo habían ocupado no un lugar en mi conciencia ni en otra entidad etérea, sino en el lenguaje. La primera frase ya estaba ahí y me estuvo acompañando un par de horas.
A estas alturas de la vida, de las pocas que sé es que, una vez que tengo esa primera frase, sé que el poema ya está escrito. No de manera inmediata, no sin trabajo de por medio, pero sé que en esa primera frase está contenido el resto del poema. Sólo falta paciencia y tenacidad, tirar de una punta de esa madeja hasta desenredarla por completo.
Ese primer chispazo verbal supongo, para volver al comienzo, es a lo que se refiere Octavio Paz con “la otra voz”; ni trabajo exclusivamente pre-meditado ni mera transcripción del inconsciente, esa otra voz es para el poeta mexicano una revelación de nuestra propia naturaleza, aquella de la que hemos sido separados y nos afanamos en recuperar. Yo no sé si puedo hablar de revelación alguna. Ni tampoco de los ángeles que te entregarían esa primera frase, según Rilke. El tema para mí es el sonido. O con menos elegancia pero tal vez más precisión, la interferencia. Porque esas frases, esas palabras, ese puntapié inicial, son una interrupción en el fluir de la conciencia, en las ocupaciones cotidianas. Puedes estar conversando con tus amigos en una fiesta y una palabra dicha en la más insulsa de las discusiones te queda dando vuelta. O una frase leída en el diario te llama poderosamente la atención, demasiado poderosamente la atención. Y te sigue. Y te persigue. Lorca decía que la lucha es con el duende, no con el ángel ni con la musa. Que una canción, un poema o una obra, tiene o no tiene duende. Duende no es artificio.
Huidobro hablaba de la hiperconciencia, de encontrarse en un estado de receptividad y comprensión exacerbada. Sea como sea, me interesaba (corrijo: me parecía necesario, más bien imprescindible) reproducir ese tono monocorde, ese ritornello aunque fuese el ritornello de apenas un sustantivo y un adjetivo: hermano mayor. La parquedad de esas dos palabras, que de por sí sólo alcanzan a señalar un parentesco, se contradice con la centralidad de la figura que allí se retrata, aun cuando se le retrate por ausencia. No está, casi no participa. Y sin embargo resulta indispensable para el texto. Actúa, por decirlo de alguna manera, por omisión. De ahí que al ir escribiendo el texto, sentí la necesidad imperiosa de golpear los oídos con esa repetición, incluso si es una frase, un sintagma, despojado, desnudo, a la intemperie: son dos palabras que en otro contexto apenas significan. En vez de la anáfora, la epifora: la repetición al final de los versos. Un martilleo en busca de sentido.
Cristián Gómez Olivares nació en Santiago de Chile, en 1971. Poeta y traductor, ha publicado, entre otros títulos, Inessa Armand (2003), Alfabeto para nadie (2008), La casa de Trotsky (2011), La nieve es nuestra (2016), El libro rojo (2019) y La poesía al poder. De Casa de Las Américas a McNally Jackson (2018). Fue miembro del IWP (International Writing Program, de la Universidad de Iowa) y Writer in residence at the Banff Center for the Arts, en Alberta, Canadá. Junto a Mónica de La Torre, compiló la muestra Malditos latinos, malditos sudacas. Poesía hispanoamericana made in USA (2009) y tradujo los libros Cosmopolita (2014) y Ciudad modelo (2018), de Donna Stonecipher, y la antología Feliz Año Nuevo, de Mónica de La Torre. Junto a Edgardo Mantra y Manuel Illanes, dirige la editorial de traducciones 51GLO V31NT1DÓ5. Actualmente es profesor de español en Case Western Reserve University.
Los sonidos de la pandemia es un proyecto cuyo grupo de coordinación está formado por Luciana Di Leone (docente e investigadora UFRJ, FAPERJ, Brasil); Marcelo Díaz (poeta y editor de NAU, sitio de poesía); Ignacio Iriarte (investigador UNMdP/ INHUS, CONICET); Raúl Minsburg (artista sonoro e investigador UNTREF) y Ana Porrúa (escritora e investigadora UNMdP / INHUS, CONICET). Disponible también en Caja de Resonancia https://cajaderesonancia.com/index.php?mod=sonidos-pandemia